domingo, 19 de abril de 2009

educomi


educomi

COORDINACIÓN DE VINCULACIÓN Y SERVICIO SOCIAL
UNIDAD DE APOYO A COMUNIDADES INDÍGENAS


jueves, 16 de abril de 2009

a ciencia cierta, 1280 AM


¡escúchalo y ya verás!
a ciencia cierta, te lo digo

SOLAZ


christian gabriel haro juerta

Presentación de Fedra en Rojo Café

Junto al equipo de la revista Va de nuez

http://www.youtube.com/watch?v=rAuGDOytMVk

mira el video de la presentación de Fedra en Rojo Café

martes, 14 de abril de 2009

Fedra


revista letrambulario


ya viene la cuarta entrega

"de la letra a la luna"

sábado, 11 de abril de 2009

hostorias para antes de dormir

"Entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre, Princesa..."
Joaquín Sabina

Se llamaba... no recuerdo, no sé. Lo que sé es que todos la conocían como "la zurda". Era la más mexicana y universal mujer que podrías haber conocido. El rojo era su vestido de todos los días. Fumaba y a veces le daba por el tequila. Todos la conocieron por sus discursos combativos, porque la pobreza le preocupaba y la construcción del hombre nuevo la ocupaba. Dicen que cuando joven muchos le ofrecieron dinero, joyas, autos, estar bien (o bienestar). Pero ella les sonreía lastimera, sarcástica, compadeciente, y enseguida los mandaba a la mierda. Así. Sin más. Cuentan también que muchos la defraudaron, a ojos vistos, sin el menor recato, pero ella conservaba viva la esperanza, la dignidad, la rebeldía. La lucha por un mundo mejor.

Lo cierto es que por su vida pasaron muchos -y muchas- que le querían, que le respetaban, o que la odiaban y la vituperaban. Pero ella se sabía digna, irreductible, irrenunciablemente zurda, auténticamente roja.

Hasta que un día todo cambió. Conoció a un fulano y él la sedujo con palabras dulces, con la modestia que tienen los que no tienen mayores cualidades. Todo empezó como el idilio de dos adolescentes que ya no lo son tanto. Miradas, acercamientos, la sana distancia, el beso furtivo que sabe a acuerdo político. En fin, fruslerías así.

Sin darse cuenta, ella fue distanciándose de quienes más le querían. Un día abandonó sus discursos combativos, al siguiente sacó un espot donde pedía perdón por tener dignidad. Poco tiempo más tarde, se vio al espejo y lloró por ser radical y no agradar a su nuevo proxeneta. Luego vinieron en cascada las noches en que él -su nuevo dueño- la alquilaba al mejor postor (aunque también hacían uso de ella la banda de hijos de puta que acompañaban al "chulo" de "la zurda").

Así que él, subrepticio y fanfarrón, pusilánime y lastimero, cualquier tarde de otoño, en que ya la sabía suya, dijo a "la zurda" que el rojo no le iba bien, que además, el vestido estaba pasado de moda, "anacrónico y marchito". Le regaló un vestido ridículamente azul pálido. La invitó a una fiesta del circo donde él trabajaba y la presentó a sus amigos. Todos ellos igual de patéticos: el enano alcohólico que se creía capitán de un navío de gran calado; el otro, un titiritero que no tenía manos; la mujer con barba y sombrero de charro; los siameses que se disculpaban y se exculpaban de su mediocridad... y un sinnúmero de personajes más.

Ella, tímida pero obediente, sonrío. "Mucho gusto", les dijo. Sonrisas, bienaventuranzas, bonanza, jauja, copas, el bullicio, la euforia. Luego, ya sabes, la orgía, la bacanal. El "padrote" de ocasión, supo que su obra maestra estaba lista. Había convertido a la dignidad en prostituta, a la combatividad en sumisión, a la rebeldía en un ente sin voluntad. Había culminado su obra: terminar con "la zurda" que se vestía de rojo.

Después de un tiempo, o a la mañana siguiente, cuando todos terminaron de usarla (porque ése es el término exacto), "la zurda" se vio nuevamente al espejo. Se dio asco, su aspecto era aún más vomitable que el sexenio de Mr. Prozac. Entristeció. Su metamorfosis era, había sido, sería, para siempre, el acto más deleznable que pudiera haber permitido.

¿La moraleja? No, no la hay. La banda de hijos de puta sigue siendo lo que eran (creo que hasta una casita amarilla tienen), el padrote de sonrisa cínica y zorruna sigue siendo pusilánime (pero dirige la casita amarilla), el enano de circo sigue donde estaba (con alcoholismo y megalomanía) y el mundo, el mundo sigue girando (con o sin metamorfosis). ¿La zurda? secuestrada, emputecida, abandonada, dando lástimas. Dicen que ahora anda por los bares ofreciendo su cuerpo como capital político a cualquiera que le pueda dar un par de prerrogativas y fuero.
ulises palacios

pueden salir temprano hoy

10:34 A. M.
Dentro de algunos años, en una de tantas instalaciones secretas.

El profesor formuló una pregunta.
– ¿Qué responderían si les digo que en el universo existe un planeta en el que todas las personas nacerán por segunda vez?
Varios de los alumnos levantaron la mano al instante. Los seleccionados respondieron con voces inseguras, como si a cada momento dudaran de que lo dicho estuviera correcto.
– Está mintiendo. Sólo se vive una vez.
– No. Está correcto. Es posible renacer.
– No. Dice que en otros planetas hay vida.
El profesor los observó algo contrariado.
– Veo que han tomado la pregunta de manera que toque exclusivamente su sensibilidad y no la han analizado de manera abstracta, como ya se supone que deberían saber hacerlo. Ustedes me han expresado sus creencias con respecto a la realidad, y no han ofrecido una respuesta que se desprenda del análisis de la frase tal como si se tratara de un movimiento en el tablero del ajedrez. – El profesor hizo una pausa, luego continuó adoptando un tono un poco más amable. – La respuesta que yo esperaba, tomando en cuenta las variantes, desde luego, es esta: las personas que ahí nazcan habrán nacido a su primer existencia en otro planeta. Muy bien, les daré otra oportunidad. Díganme, ¿qué responderían si yo enuncio que algunos hombres son mortales?
De las varias manos alzadas el profesor eligió algunas.
– Está mintiendo. Sólo se vive una vez.
– No. Está agrumetando sobre una ficción.
– No. Está hablando que hay inmortales. Son reales.
El profesor intervino.
– Nuevamente han cometido el mismo error. Se les dijo que algunos hombres son mortales, luego ustedes deberían haber dicho que el resto también lo es. – El profesor se notó algo impaciente, aunque rápidamente eliminó de su semblante indicios de un estado de ánimo negativo. Decidió hacer una última pregunta.
– Muy bien, les daré una nueva oportunidad. Es sencillo, como el ejercicio de los bananos en el salón azul. ¿Recuerdan? Tuvieron que salir, y al regresar después de varias horas les preguntaron sobre que banano querían antes de irse.
Los alumnos lo miraron con atención. La imagen que mostraban, entre atentos y nerviosos, todos con caras que parecían hechas con tres o cuatro moldes, lo hizo sonreír mentalmente.
– Muy bien. Digamos que en la mañana paso junto a un estante de libros y deseo alguno pero no puedo tomarlo. Por la noche hablo con otro profesor acerca de mi deseo por aquel objeto. ¿Cómo me siento con respecto al libro en ese momento?
Una mano se levantó al instante. Se le dio la palabra.
– Está mintiendo. – Inmediatamente el alumno se dio cuenta de que su respuesta era totalmente errónea y se sobresaltó; a la vez, el profesor descubrió que aquel pedía la palabra y respondía maquinalmente. Al saber esto, arqueó una ceja. El alumno lo notó, y se levantó para dar manotazos alrededor de su pupitre, a la vez que mezclaba chillidos con la segunda parte de su respuesta que repetía una y otra vez.
– Sólo se vive una vez. Sólo se vive una vez. Sólo se vive una vez. – decía, completamente trastornado, mientras sucumbía ante los guardias que entraron al salón en cuanto notaron algo anormal en la clase. Los otros estudiantes, casi inmóviles, observaban sentados, pues los cinturones de seguridad se habían activado automáticamente en cuanto los guardias abrieron la puerta; parecía no hacer falta en ese momento esa precaución, pues su imagen era de completa serenidad. Sin embargo, ninguna precaución estaba de más.
El profesor pensó que sus estudiantes aún se guiaban mucho por el instinto, y por eso eran tan pasionales y sus respuestas estaban tan cargadas de subjetividad. Se sintió cansado y decidió irse. Cuando los guardias sacaron al orangután, ya narcotizado, dio por terminada la clase y salió por la puerta de los profesores. Entonces los demás simios, ya libres del cinturón y los deberes, abandonaron el aula.
juan carlos gallegos

viernes, 10 de abril de 2009

revista clarimonda

*reflexión final


“hoy me salgo de mí, me digo adiós, dejo mi rostro prueba
De partida, me evaporo entre la bruma y resucito”
Gustavo Cobo.

Hoy contemplé el sueño de los que ya no vuelven, para intentar entender
Su letal descanso y el miedo profundo que los hombres le guardan.

Hoy decidí devorar la luna con los ojos y comprender
Que es lo que ven los demás para llamarla en la amargura,
Hoy marcharse sin dejar un nombre parece sencillo y
No justificar la razón, es lo más sensato, cuando una renuncia
Al ser y decide beber el contemplar los fantasmas ya no son tan ajenos.

Hoy escribo un poema que nadie podrá leer desde mi dimensión, porque se vive de prisa una gran broma llamada vida; hoy ya no escribiré en papel las paredes son mas firmes para soportar de pie.

Hoy dejé de ser y la angustia y el caos por primera vez respetaron mi silencio,
Y la maldición del tiempo ya no me alcanzara, hoy ya no seguiré a la razón,
Ni perdonaré a la nostalgia, hoy quiero poetizar la vida entera en los labios de un ángel que llego de no se donde a iluminar la abominable obscuridad.

Hoy mis errabundas y fingidas letras se moverán al compás de la paciencia
Hoy no moriré del todo si logro no alejarte como es mi gran Don, y la sombra
Ya no será la sospecha de un crimen

Hoy el guerrero se ha cansado de soñar en librar la batalla, hoy ya no culpare
A una religión, ni a la sabiduría que guardan los libros que el mundo no se cansa de alabar de ese erudito tan vacío de sí, que prefirió dejar que la vida se le fuese en reflexionar.

Hoy Dickinson se sentó a mi lado e irradió en cada letra de la melancolía
Hoy el infierno de Dante ya no es tan aplastante, hoy no quiero poblar la soledad, ni escuchar al ingenuo que habla de la felicidad, hoy quiero escalar en la santa poesía lo que me ha negado la vida, hoy me transfiguro en papel para que nadie me culpe de no ser algo grande, hoy he decidido no envejecer en el intento de lograr un lugar.

vianey de jesús mendoza ruelas

esto no es esto

Noche de velada,
bailo sin bailar cogido de tu mano.

La luna siempre ve el mundo a oscuras, me dices.

Un día todo se apagará,
también nosotros, pienso,
pero no te voy a decir lo que ya sabes,
nuestra misión aquí es bien sencilla
y hay que ser valientes,
prefiero pedirte otro baile.

Tampoco hay paraíso,
pero yo conozco
algunas formas elementales de viajar
y tú sabes hacer dulces de leche.
antonio orihuela

noche xv

NOCHE oscura
durmiendo en tu sombra arbórea,
bosque de montañas,
desierto sin fe,
religión de errores,
búsqueda sin caminares
pirámide hundida en oasis
espuma acida cortante de océanos.
nora fabiola reyes

el poeta quiere charlar con la diosa tikal

En los andares en los que mi mente viaja sin rumbo, en los acaudalados recuerdos de tu persona, esperando que los sueños, de los que está construida mi barca, se cumplan. Sigo empeñado, en surcar los cielos de tu mundo, en traspasar las fronteras, de las ilusiones que algún día, se marchitaran, por la realidad. Tan cruda como la carne, que puede ser desnaturalizada con la fuerza de los frutos cítricos de las ideas.
Día y noche, esbozo tu nombre, escribo en el cielo, juego con las nubes para enviarte mi mensaje, pero estas caprichosas, en mi contra, se encuentran, pues entonces escribo en mi aliento, pero la distancia lo somete al suelo, tome un ave y con mi sangre, en cada una de las plumas puse un verso, pero esta fue atrapada por un perro.
Consulte al oráculo, de los lamentos de la naturaleza, y envié mi mensaje, pero este me dijo que mejores medios existen, si mejores medios existen, entonces olvide, el tratar de enviar mi mensaje, ya han pasado días desde los últimos intentos.
Y luego descubrí algo; mi aliento puede llegar a ti pero solo pocas palabras he de escribir, solo escribí, “allá voy”, todo lo que he escrito para ti deberé susurrártelo en tu oído, es lo que he decidido.
No te olvido, solamente, estoy esperando a estar a tu lado, estoy esperando tu llamado desde la luz a las tinieblas, donde habita tu poeta, solo eso espero mi bella diosa, todas mis palabras saldrán a tu lado, te darán emociones, que solo tu humilde servidor, puede expresar, y seguiré esperando el sonido de tu canto, al borde del risco, pase lo que pase, seguiré vivo por ti.
fernando íñiguez

dos poemas: al final/ one

Al final sobrevive una caja de pastillas,
la cama revuelta
y la misma pregunta con la pistola cargada.



La única mujer viva de toda la ciudad
y es un suicidio permanente
como el fantasma decidido
de un solitario kamikaze en la oscuridad
que no le importa morir ni matar
pero si llegar tarde a casa.
arturo accio

a edea y lilith

¿Qué tienen tus labios mujer,
que me inquietas?
Que no me llenan tus besos
o un rose a tu silueta.

Que mis latidos, se pierden lentamente a tu mirar
y buscan descanso en tus ojos, en tu cintura,
en una flor de tu rosal

Cual sombra llegada el alba me voy:
Que una vez te tuve y te tendré de nuevo en mis manos
Mientras haya luna en tu piel.

Que tu perfume es una promesa mientras no te respire
Y tus cabellos, rescoldos de mi fantasía
christian gabriel haro huerta

jueves, 9 de abril de 2009

la mujer en la ventana


Todo en la noche vive una duda secreta: el silencio y el ruido, el tiempo y el lugar.

Xavier Villaurrutia


La luz tenue del foco sobre la computadora. Las palabras atiborradas en la pantalla se deslizan sin piedad construyendo un mundo de ideas. Un escalofrío recorre mi cuerpo ante el aullido estruendoso del viento paseándose intempestivamente. La pantalla y el silencio me tienen absorta en mis labores. La ventana detrás. El viento sigue rugiendo. Un golpe en el vidrio. No, no es nada. Sigo escribiendo. Un minuto, dos. Otro golpe. Me quedo inmóvil y con la mirada fija en la pantalla. No me atrevo a voltear. Parece que el viento furioso quiere romper el cristal de la ventana. Los latidos del corazón aumentan. El sudor en las manos es tan perceptible que deja su huella sobre las teclas. Otro golpe en la ventana. Mi nombre…alguien pronuncia mi nombre. Es el viento quien silba mi nombre. Estoy imaginando cosas. Debe ser por el día de brujas. Dicen que los martes y los viernes las brujas oyen nuestros pensamientos. Qué curioso…hoy es viernes 31 de octubre. Noche de brujas…
La medianoche. Sigo con mis arduas tareas. Otro golpe en la ventana. No es posible. No hay ninguna rama que pueda provocar ese ruido. Estoy harta. El viento no se calla. Tengo frío. Cerraré la ventana. Ahí está ella, fuera de la ventana, en un cuarto piso de un edificio cualquiera.
Sólo recuerdo su vestido vaporoso, muy blanco. Sus manos heladas tocando las mías. Me encontraron en un rincón de mi cuarto. La cara y brazos rasguñados. Tardé algunos meses en volver a hablar. Muchos dicen que desde ese día enloquecí y aquí estoy, contándote esta estúpida historia de aparecidos. ¿Me crees? ¿Tú también piensas que perdí la razón?
Dime si eso piensas. Necesito saberlo para poder irme de tu ventana; de tu inalcanzable ventana de un cuarto piso en un edificio cualquiera con mi vaporoso vestido blanco y mis manos heladas. Sé que es espantoso ver mi cara y mis brazos rasguñados. Sólo necesito que respondas. ¿Crees que enloquecí?
perla cristal hermosillo

la voz del insomnio

Sucedió que en una fecha no cualquiera la noche perdió su voz. El primero en notar su ausencia fue el pequeño y juguetón insomnio que acostumbraba danzar con ella desde la primera estrella hasta el último sueño.
-¿Dónde estás amiga voz?- gritó angustiado. Pero no le respondía ni un lejano eco.
Triste y pensativo se sentó en la plena oscuridad, donde nada ni nadie tenía nombre. Ya no había en las noches más recuerdos en las memorias, suspiros o historias que escuchar para los imperturbables techos en los hogares de los solitarios, los enamorados y los locos.
-No más poesía- dijo
Y poco a poco el sueño se apoderó del pequeño insomnio.
-¿Dónde estás amiga voz?...-susurró mientras sus ojos se cerraban
En sus sueños se encontró con la oscuridad de aquellos que se sienten solos. Y vivió en ese sueño tantas noches que se olvidó de los días.
-Así que estos son los sueños…- pensó- Si no estas aquí amiga voz… ¿dónde estás entonces?
-Soy un eco- le contestó un lejano susurro
Y de pronto despertó
-Vaya búsqueda…- Pensó el insomnio- soy un mal buscador…
Miró al camino y se escuchó a si mismo, solo y pensativo, como nunca antes lo había hecho y lloró desesperado, sentía haberse ganado una derrota.
Extendió su pequeño dedo y escribió en un charco: ¿dónde estás amiga voz? Y sus palabras se perdieron.
-Quisiera tener un espacio entre mis letras donde pudiera vivir un instante, donde pudiera habitar por una noche para contarnos un sin número de cuentos, mentiras, deseos, lagrimas o reproches. Quisiera tener un barco para navegar en las aguas del inconsciente y descubrir noche tras noche cual es el sueño de nuestro mundo para decirle que ha sido injusto al no darnos cabida.
Dijo entre sollozos.
-La justicia no existe en el mundo- se escuchó en el viento
Desesperado con las respuestas obtenidas hasta el momento se dirigió a un pico muy alto y le plantó cara a la Luna. Con el rostro lleno de frustración e ira le espetó:
-¡La extraño!
Pero la luna se dio la vuelta
-¿Dónde estás amiga voz?
Bramó el insomnio que ahora lucía menos joven, mientras recordaba los hermosos cantos de su amiga y caminaba sin rumbo fijo, sin saber que nunca la encontraría, por que la noche siempre fue muda.
christian omar grimaldo

cuando nadie baja


HE TENIDO SUEÑOS DE NAVAJA. SUEÑOS COMO DE VISTURÍ DE LUZ EN LOS KE PUEDO CAMINAR CON LAS RODILLAS ROTAS. SUEÑOS DONDE MI VIDA CONSERVA EL EKILIBRIO KE APENAS AYER ME REGALASTE. BENDITOS SUEÑOS DONDE LAS JIRAFAS NO TIENEN NI RABIA NI SED DE MÍ. DONDE EL POLVO PERMANECE LEJOS DE MI OCIKO. DONDE AÚN NO OLVIDO MIS SECRETOS.
MI MANO ES JUSTICIA DIVINA. DISPAROS AL AIRE KE ALCANZAN LOS PERFIDOS RINCONES. TE LO JURO. MIS VALAS PERDIDAS HACEN MADRIGUERA EN LOS CRANEOS CORRUPTOS KE NISIKIERA ME CONOCEN. ESPERA TU TURNO. TRUENOS DE PLOMO KE SUCEDEN A LAS CARKAJADAS, MEDIA DOCENA CADA NOCHE. PARPADEOS DEL KARMA.
¿CÓMO TE EXPLICO? ¿CÓMO SI YO NO ME LO EXPLICO? ¿CÓMO KARAJOS VIVIR SIN OPRIMIR EL BOTON ROJO?
ME TOMÉ LA BROMA DEMASIADO ENSERIO. APRENDÍ A VIVIR SIN TENER KE MORIR A CADA BESO TUYO. APRENDÍ A REIRME SOLO ANTE EL ESPEJO. AHORA SÉ KE ACARICIANDO COCODRILOS NO GANAS EL CIELO. AHORA SÉ KE NISIKIERA HAY CIELO.
¿ME ENTIENDES? OJALÁ KE NO. SERÍA TRISTE LEVANTARME UN DÍA CON LA CARA DE ECUACIÓN ALGEBRÁICA PARA DESAYUNAR LOGARITMOS DE SEGUNDO TIPO. ADÓRO LA INCERTIDUMBRE DANZANDO DE TUS OJOS A MI SONRISA.
YA ESTOY AKÍ. ¿Y AHORA KÉ? EMBOTELLAME Y PONLE UNA INSCRIPCION A LA BOTELLA; PERO SIN FLORES. SOLO CON ESPINAS. UNO KE OTRO GRITO NO ESTARÍA DE MAS; PERO SIN NOMBRES. AMARRAME A MIS PALABRAS Y KEMAME CON MIS PROMESAS. KON MIS ILUSIONES. ECHALE SAL AL ANIMAL. LOBOS A LAS OVEJAS. JUEGA CON MIS OJOS COMO CANIKAS HASTA KE TRUENEN Y NOS AHOGUEMOS DE PURA RISA BORDEANDO EL LLANTO.
DIME KE ME KIERES. DIMELO CON UN PAR DE PATADAS. A MI KE SOY COMO LA HIERBA KE LO ENREDA TODO. COMO LA NAVAJA KE SUEÑO CUANDO NADIE BAJA HACIA MIS SUEÑOS.

danat olguín ramírez

jueves, 2 de abril de 2009

martes, 31 de marzo de 2009

el eclipse de la libélula


Me atrevo a afirmar que ninguno de los hombres
que ha hollado la tierra se vio jamás atormentado
de un terror semejante y tan intenso como el mío.
Porque el mío es el terror de remotísimos tiempos,
el terror desenfrenado del mundo Primitivo.
Jack London

El río Santiago semejaba una enorme serpiente negra retozando al sol, visto desde las alturas se diría que este gigantesco reptil estaba muerto pues sólo aparecía como una delgada línea que se curvaba a grandes trechos. Desde la ventana del cuarto de la segunda planta podía apreciarse ese espectáculo, sin embargo, nadie lo contemplaba. La luz que entraba como un fantasma fugitivo, hacía proyectarse una sombra que danzaba al compás de la canción “In the moon light procesion” del disco de Haggard que descansaba a un lado del libro El enemigo de Buda de Eiji Yoshikawa.
“In the moon light procesion” se acercaba a su final cuando la puerta de la habitación se abrió, el cuarto había estado cerrado durante tres días, tres días en los que siempre se repetía la soledad encerrada en una habitación gris que dejaba caer sus años desde la ventana hacia la barranca. El humo del incienso se comenzó a escapar por la puerta abierta, la llama del cirio se apagó con el bostezo del recinto. Las sombras se volvieron diáfanas y como una epifanía apareció un hombre en la puerta.
La luz seguía penetrando por la ventana y cada vez se volvía más intensa hasta que poco a poco comenzó a volverse púrpura. En el árbol de mangos que estaba a un lado de la casa cantaban un par de pájaros; su nido parecía una pira funeraria a la luz crepuscular. Mientras que el camino que descendía al fondo de la barranca se iba llenando de verdes grisáceos, era el polvo que regurgitaba la habitación. Un par de halcones volaban en cielo purpúreo, su color era plateado, pero al reflejarse en el río su color era más gris. Al lado del río pasó una jauría de podencos y lebreles guiando a un ser etéreo en pos de un venado rojo que parecía flotar en el aire y caminar sobre el agua. La mancha púrpura del cuarto se había desbordado por toda la barranca cubriendo el aire. Las cenizas se esparcían en los caminos y el fuego incandescente abrazaba a todas las criaturas. El cuchillo aún presentaba las manchas de la sangre seca. La figura danzante estaba inerte con el cuchillo clavado en el estomago. La figura del hombre que había aparecido en la puerta simplemente se desvaneció envuelta por una manta púrpura y circundada por una masa gris. Al desaparecer sólo pudo verse una llama que al punto también desapareció. El cuarto comenzó a llorar y de sus ventanas y puertas emergían las lágrimas claras, poco a poco la barranca se fue inundando y las plantas comenzaron a reverdecer. El olor se volvió insoportable, era putrefacto. Al fin una libélula logró salir de aquella estancia con sus alas inundadas de sal, su atavío tornasol desafiaba al rojo sacro del crepúsculo. Iba herida del vientre. Casi al llegar al sol se convirtió en una pequeña bolita de fuego, aumentó la velocidad de su ascensión y simplemente estalló.
ábel murguía lizalde

la muralla

Hay cosas que existen como parámetros inamovibles de las capacidades humanas, sobre todo en las noches, cuando nadie habla.
Era, supongo pero recuerdo, en el ochenta y seis: la efervescencia de los triunfos volvía olvidadiza a la gente. Yo no sabía cuántos años debía decir míos. Tenía la Noche y tenía un muro grueso, húmedo. La cama dejó de funcionar, así que bajé los pies tanteadores de la oscuridad intacta, serena aún conmigo. Pegué los oídos al ladrillo que repetía el eco de una fuente cercana. Al otro lado había gente: hablaban, unos bajo el sonido de la música y otros sobre el eterno chillido de los micrófonos improvisados. Cualquiera se preguntaría que hacía allí. Yo no. Estaba descalza, pero más sola que descalza, con tantas palabras a mi alrededor que no podía asimilar para que atravesaran la muralla calada. Lloré doloridamente, como queriendo Hablar. Aprendí en ese momento a Leer: de oído, de madrugada, a solas. Todavía leo, continuando sin darme cuenta con la paradoja inaugurada.
Tuve tiempo de encontrar figuras y relieves en lo alto. Por esos años, siempre se voltea hacia arriba con asombros renovados si constantes. Toqué la madera de la puerta, escuché el ruidito de la fuente, distinguiendo la buena música de la otra que apenas sobrevivía en la embriaguez que todas las playas convocan en el alma de los invitados y me senté, invadida de llanto, como en tregua con mis pies.
Así el Tiempo de un trago, resignada por una cuestión tan vana y pesada como el designio de traducir eternamente. Al fin ésa sería mi vocación de puro empeño: traducirme el Mundo, traducirle el mío. Me impusieron la fe en lo leído sin saber que no era un castigo; sin embargo debía fingir para que el placer no me fuera arrebatado. Y crecí como crecen las higueras: rastreando el solo olor del agua, mientras esperan. Aprendí que tocar es leer, que escuchar es leer, que al nadar también se lee, que existir es leer.
Pasé por última vez mis brazos y todo el cuerpo blando por la muralla. La música cesó por un momento, mi voz –cuál voz: espasmo- fue motivo para que vinieran a rescatarme. Alguien, tal vez Ella, me puso frente a su pecho, pasando una mirada acariciadora entre mis cabellos, insuficiente, creyendo de verdad que estaba a salvo. Hacía un buen rato que los ojos se habían dilatado de la mano del silencio. Habían pasado ya muchos ríos en los que me abandoné. La noche que leía, encontrándome, hizo de mí un caso perdido.
Todas las búsquedas, aunque sucedan en futuro, tienen como meta un punto del pasado, aquel en que partimos, reduplicándonos por siempre. Para los que tomamos el camino curvado, con maleza de palabras de vellosidades finas, es exploración; una que, como todas, siempre tiene arañazos y tiene también un extático panorama al final. A lo largo de mi vida buscaré lo que perdí esa vez y todo lo que pueda decir no será, quizá, más que lo que leí a solas, de noche, sin saber leer. No traduciré las cosas que existen, sino las posibilidades de que existan: en las que son.
Mi muralla tiene tres lados; puede, igual que cualquier muralla, saltarse. Erigida con espacios en blanco al encontrarnos el Silencio, filtra su espíritu por medio de sí misma. Prodigiosa y salvadora como el flotador en el oleaje, en la marea de las palabras, se dice.
berenice castillo

entre alcohol, la noche, la metamorfosis, la falsedad

No creas en los besos dados por un borracho que se refugia en los extremos para satisfacer la voluntad pasada queriendo cautivar con el aroma del alcohol a un alma que busca al igual que él desahogo un día después de la batalla, no te despidas después de copular una vez que nadaron en un torrente etílico con el cual danzaron como si fuesen peregrinos adorando a su dios creador puesto que las incidencias solo fueron deseos remotos de un placer reprimido por la hipocresía y la ocasión, no mires a los ojos de un alcohólico apasionado que te invita a beber del elixir de los falsos sueños y de las realidades rotas puesto que solo basta un sorbo para sentir el calor para quemarte lento y enjaularte en su prisión de fuego, no creas en el patético hombre serio que derrocha caballerosidad estando sobrio ya que cuando dance con nosotros en este torrente de dolor, sabor y pasión te hará la invitación a ser parte del ritual del que no es de noche fácil escapar.
édgar gómez

lunes, 30 de marzo de 2009


fedra 10
noche&metamorfosis
pedro silva_el mago